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El conocimiento no yace en las respuestas



El conocimiento no yace en las respuestas, sino en la inquietud de nuestras preguntas. No dejes morir la llama que tus dudas encienden. Pregúntate. Conformarnos con las respuestas que los distintos tipos de autoridades nos dan, es como aceptar que no somos capaces de pensar por nosotros mismos. Observa a tu alrededor. Todo aquel invento que puedes apreciar en algún momento llegó a ser visto como algo descabellado. Pues mientras las cosas eran de una manera, hubo alguien que se cuestionaba si sería posible que fuera de otra.

Piensa en tus logros. Por más pequeños que sean debes admitir que por un tiempo te viste muy cerca de rendirte. Seguramente después de todo te preguntaste ¿Qué pasaría si puedo hacerlo? Aquella frase tan conocida que ilumina vidas al borde del fracaso: si otros pudieron hacerlo, ¿por qué yo no? No era cuestión de saber si lo lograrías, sino de preguntarte porqué no podrías hacerlo.

Aprende. Llenarnos de información nos hará más críticos en nuestro análisis. Saber más es preguntarse más, por lo tanto se alcanza un nivel mayor en la profundidad de nuestros cuestionamientos. Quien dice saberlo todo, realmente no sabe mucho. Seguramente porque ha visto solamente todo desde una perspectiva, pero ¿ha tomado en cuenta la de los demás? o inclusive, ¿ha visto lo que sabe desde su propio punto de vista? Pregúntate.

Día tras día los medios de comunicación nos llenan de lo que se dice ser “información”. No obstante, ¿es que realmente nos enseña algo saber que la mayoría de las notas periodísticas contienen tintes amarillistas? Me parece que hay personas que han aceptado como fuente fidedigna este tipo de autoridad ¿y lo peor? se conforman. No me refiero a que no le otorguemos el crédito a aquellos escritores, periodistas, científicos y demás. Mi punto aquí es que cuestiones lo que te muestran como absoluto. Cuestionarlo hasta el punto en que comprendas lo que tratan de decirte de raíz.

Pregúntate y nunca te conformes con saberlo todo, porque nunca lo sabrás. Sin embargo, pregúntate por qué piensas de la manera en que lo haces, por qué defiendes esos valores y costumbres que seguramente lo haces sin realmente darte cuenta de su razón. Recuerda, inteligente o sabio no es aquel que sabe más que los demás, sino quien al mismo tiempo que escucha y aprende no cesa de preguntarse.

Conocerte a ti mismo comienza con cuestionarte ¿Qué te apasiona? ¿Qué te deprime? ¿Eres ahora quien soñaste llegar a ser? ¿Puedes lograr lo que creíste imposible? Pregúntate. No te conformes con saber lo que todos saben, ni con lo que crees saber pues tal vez no sepas lo suficiente. Después de todo, es quien se decide a buscar quien encuentra.

Honestamente, por mucho tiempo me conformé con saber lo que mis maestros, libros, amigos y demás me decían. Fue precisamente cuando me cuestioné su veracidad que me embarqué en la búsqueda de la verdad. De una verdad que tal vez jamás sepa si exista o sea relativa, pero no cesaré en la lucha por encontrarla. Sabes, me pregunto ¿si somos una creación de la sociedad o somos quienes quisimos llegar a ser? Y tú... ¿Eres lo que sabes o sabes quién eres? Pregúntate.

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